sábado, 9 de abril de 2016

Trayecto deshumanizado

El frío hace que el temblor de mis dedos haga al lápiz con que escribo dar sus primeros y torpes pasos en el vals de la escritura. Es entonces cuando, desde el asiento de un tren medio vacío que rompe su silencio con el murmullo de unos pocos trabajadores rezagados y estudiantes del turno de tarde, empiezo a sentirme invisible. Pájaros virtuales que cantan en jaulas de sentimientos mientras dos personas que van juntas se sienten a kilómetros de distancia entre ellas. Parece casi inverosímil que el único ser que aparenta sentir en este vagón sea el envoltorio de un dulce que grita su sufrimiento al ser arrugado, al ser tirado.
Ahora, volviendo al temblor de mis dedos, se calma y se transforma en un calor que, al contraste, hace sentir agujas que se clavan en ellos. Notas la calefacción y ves como yace un periódico deshojado en el asiento de en frente, frío, inerte. Vuelves a mirar donde el pájaro cantaba, las hojas se esparcen, el vagón calla.

sábado, 2 de abril de 2016

13 de noviembre

Salimos como hojas de otoño que la brisa eleva por el cielo e incluso parecía que teníamos una banda sonora para nosotros. Pese a todo, nunca olvidaré el valor de ese viaje.


El 13 de noviembre las luces se fundieron, la muerte sustituyó al amor y el miedo asesinó a la vida. El enigma de la sonrisa de la Gioconda pasó a ser llanto descontrolado de Nôtre Dame. La libertad eran cenizas, la igualdad escombros que aún no han logrado limpiar y la fraternidad cada madrugada muere en el mar. Nunca he abierto los ojos tanto pese a no ver nada. El silencio lo rompía el vuelo de las palomas que ironizaban como símbolo de paz. Lejos e impotentes quedaban los brazos en los que siempre nos acurrucábamos después de una pesadilla. El amor se redujo a aquellas cuatro paredes, a aquella silla en la puerta, al contraste del más amargo café con el dulzor del desayuno de tus labios.

Abril ha llegado, aquellas hojas de otoño hoy se aferran a la vida por las ramas exhibiendo sus pétalos; pero las raíces quedan rotas. Allá donde la civilización surgió, en el origen de la cultura y de la fe, la tala no cesa. Las raíces son arrancadas o, con suerte, mueren de sed. No puedo ocultar mi dolor, pues aquel noviembre se apagó todo, pero en mi pecho una llama de cariño y de amor por aquellos inocentes que en cada árbol día a día son deshojados en el mundo se encendió y hace que arda para dar calor a sus pequeñas flores que nadan por salados senderos de lágrimas.

jueves, 11 de septiembre de 2014

El mundo de las mariposas y los murciélagos

El esquema de la sociedad actual queda dividido en la clase alta o aristócrata, que forman el grupo de los murciélagos, y la clase media u obrera, las mariposas. Murciélagos y mariposas se diferencian a simple vista, aunque más de una vez se aprecian más actitudes de insecto en  los ya mencionados murciélagos que en las tiernas y coloridas mariposas.
Los murciélagos visten de un negro elegante y sus colmillos brillan de un blanco pulcro. Actúan en la sombra en contraposición a las mariposas, quienes trabajan desde que sale hasta que se pone el Sol. Estos mamíferos de colmillos prominentes esperan a que las exhaustas mariposas caigan en los brazos de Morfeo y entonces atacan a su presa, justo en el cuello. Cabe destacar su especial don a la hora de actuar, pues han ideado un idioma de ultrasonidos incapaz de percibir por nadie que no pertenezca a su estatus social o en este caso más bien animal.
Las mariposas sin embargo visten de colores variopintos, cada una con su personalidad. Pero no reluce tanto el colorido de sus alas al conocer la realidad, pues su corta vida queda exclusivamente dedicada al trabajo. Este trabajo consiste en el transporte del polen por las empresas florales de los parques y jardines. Sus empresas se diferencian en amapolas, margaritas y crisantemos, entre otras muchas. Al volver del trabajo apenas les queda tiempo para cuidar de sus adorables y diminutos gusanos. Incluso las crías trabajan forjando uno de los más valorados tejidos en todo lugar, la seda. Todo esto queda vigilado desde las oscuras cuevas por la visión radar de los temidos murciélagos. En las altas esferas se comenta que los murciélagos han podido contratar vigilantes diurnos. Van uniformados con un traje a rayas negras y amarillas y portan un aguijón venenoso como arma de defensa. Se hacen llamar abejas y su misión consiste especialmente en supervisar el trabajo de las mariposas en las flores de un modo exhaustivo y severo.
Mientras tanto, cuando cae la noche la Luna  deja ver a los alados mamíferos. Juntos se reúnen en bandadas para comentar lo ocurrido mientras ellos dormían. De vez en cuando no se sienten conformes con el trabajo de las mariposas e intentan ajustar nuevas medidas para poder sacar más beneficio de ellas. Entre estas “medidas” se encuentra el cambio de horario en invierno, que sirve para alargar sus propias horas de sueño mientras las esclavizadas mariposas mueren a causa del frío, quedando sus gusanos indefensos ante depredadores tan feroces como el gorrión.
En su breve adolescencia, los jóvenes gusanos forman una cubierta de seda en la cual se encierran y protegen para pasar a formar parte del mercado laboral, pues cuando salen de su encierro lo hacen convertidos en coloridas y aladas mariposas. Y entonces vuelta a empezar, a trabajar en los jardines, a desovar los futuros gusanos, a la vigilancia de las abejas, en resumen, a la servidumbre de los murciélagos.
En conclusión, el mundo queda formado para el disfrute de la nobleza crepuscular de los murciélagos mientras lo explotan y trabajan millones de pequeñas mariposas. Pertenecen a especies distintas, con idiomas distintos y leyes distintas, quedando como única semejanza la capacidad de alzar las alas aunque unos para trabajar y otros para abanicar.



Quiero aclarar que este texto fue un trabajo de primero de carrera en el cual no podían aparecer los verbos ser, estar y parecer. Espero que os haya gustado y, como siempre, gracias.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Tormenta de alegría.

"No desfallezcas si no me encuentras pronto. Si no estoy en un lugar, búscame en otro. En algún lugar te estaré esperando."
Tal vez sea una de las mejores citas que se pueden sacar al leer a Whitman. Todos hemos pasado por ese momento en el que no sabemos si estamos en el sitio correcto o en el momento adecuado. La felicidad, el amor, la amistad, son virtudes que juegan a esconderse muy cerca de ti, pero llevas los ojos vendados por la traviesa tristeza, la pícara envidia, el detestable odio. A veces el amor te habla al oído y al volverte lo que ves es una fría parada de autobús; pero mira bien, ya que numerosas historias de amor comenzaron resguardándose de la lluvia bajo una marquesina.
Con la amistad es diferente. Su manera de aflorar es más directa y muchas veces se define en el choque de dos vasos seguido de un chiste malo. La forma de distinguirla, en cambio, es decepcionante. Debes haber sentido en lo profundo el significado del dolor, cerrar los ojos de llanto y al abrirlos, descubrir el grado de amistad que te protege, siendo el mejor alivio en la quemadura de tu sangre.
Y llega la felicidad, la consecuencia de lo nombrado, el trueno después del rayo. Surge al segundo del flechazo y al instante del tintineo de los vasos. Con palabras no se explica como llega ni en que forma, pero en la cara notas que algo se acciona, como si se despertase algún músculo escondido y se echase una carrera en las comisuras de tu boca, dándote un momento único e imposible de dejarlo ir.

Ponle truenos a tu vida electrificada por sus rayos.  ;)

miércoles, 27 de agosto de 2014

Melancolía preconcebida

        Has terminado de ver una película de esas que pones sólo (disculpe la RAE por el error) para dejar de pensar un rato, ya que no es de esas que vayas a recomendar. Cada día tienes las piernas más cansadas y el sueño más corto. De vez en cuando la inercia te acerca a la nevera y, sorprendentemente, no te apetece nada. Bebes un trago de agua porque no piensen raro y vuelves a tu feudo.

        Los años pasan y la gente cambia. Sin embargo, tú no avanzas. Miras las fotos desde hace cinco años y el único cambio es que tienes menos granos y alguna chaqueta más nueva. ¿Y si Peter Pan existe? ¿Y si estoy estancado? El futuro es incierto pero buscas compañía para emprenderlo.

        Ya paro, la bombilla de la lámpara del escritorio ha amagado con fundirse. Un hecho tan simple te hace verlo, notarlo, sentirlo. Deja de pensar en lo que viene mañana antes de que el mañana deje de llegar.